Ella se miró al espejo, y el espejo le devolvió esa imagen. ¿Cuánto tiempo más podrá seguir
ocultándola?
"No puedo caminar por los suburbios en la soledad de la noche sin pensar que la noche nos gusta porque suprime los detalles banales, tal como lo hace la memoria." (J.L Borges)
viernes, 30 de marzo de 2012
Apariencias que engañan
A priori, una capa de dulzura cubría su imagen. Bajo su apariencia pulcra y beata, propia de alguien
que no ha roto un plato en su vida, se escondían multitud de pecados capitales.
Tras sus grandes ojos almendrados se adivinaban las traiciones y una punzante
mirada de víbora capaz de devorar a cualquiera que no encajara con sus expectativas. Siempre con una forzosa y
afeada sonrisa a flor de piel, por si debía encandilar a una de sus presas,
una sonrisa que mostraba a modo de engaño a cualquiera que,
desafortunadamente, tuviera el pesar de cruzarse con ella, una sonrisa que significaba
fraude, que camuflaba la falsedad que desprendía su ser; era capaz de hechizar a
todo el mundo aunque con el tiempo lograba el efecto contrario. Su lengua era como
un puñal con el que atacaba a cualquiera que intentara encasillarse en sus
planes, un puñal con el que acuchillaba a sus rivales, no sin antes regalarles
zalamería por doquier, con el que limaba las verdades convirtiéndolas en
mentiras o medias verdades, con el que destruía vínculos de amistad porque sus jugadas nunca eran limpias. Vendía
inocencia en promesas de plástico y cosechaba mentiras de acero, siempre andando
con pies de plomo por si la descubrían por sorpresa. Como el pez más inocente
fue cazada en el centro de la red de mentiras que poco a poco terminaron por
devorarla. En ese mismo instante, y como si la Tierra se la hubiese tragado,
desapareció.
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No hay nada mas implacable que un espejo...
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