domingo, 29 de abril de 2018

¿Me limpias los miedos?



Me atrevo a decir que los miedos son el nuevo tabú de nuestro siglo. Hablo de los MIEDOS en mayúsculas, no de esos otros miedos superficiales, de los que se habla, como pueden ser el miedo a la oscuridad, a las películas de terror, a viajar en avión, o a viajar, a secas, a hablar en público o a enamorarse, por poner algunos ejemplos. Eso es solo la punta del iceberg, que se aleja mucho de sus raíces.
Nos buscamos, o no, pero nos acabamos encontrando; en los espejos que nos reflejan, esos que nos permiten mirarnos a los ojos, aunque no veamos nada, porque nos han enseñado a mirarnos desde el lugar equivocado para que perdamos los detalles. Nos pasa eso de mirar a través de una ventana que conduce a un paisaje maravilloso y quedarse solo con la mancha que hay en el cristal. Cuestión de perspectiva, o de intereses; ¿quién sabe?
A fin de cuentas, cada cual ve el mundo en base a cómo es y a su alimentación, y no hablo del acto de ingerir comida; y su discurso está graduado, como la vista, puede servirte o desvirtuar tu realidad, y a nadie le gusta eso. El camino solo podemos marcarlo nosotros desde nuestros pasos, mediante nuestros ojos, desde esa soledad tan bonita que tanto nos cuesta abrazar porque en el fondo nos aterra.
A menudo, siento que llegados a un punto, si piensas demasiado e intentas reinventarte, puede  que se te desborden los miedos y nadie pueda sostenértelos, que les queden grandes, ¿y entonces qué? ¿Qué hacer cuando otros ojos tampoco pueden sostenértelos? Ya puedes buscar en google, que no encontrarás una receta universal para esos MIEDOS. A veces pesa, sientes que te ahoga. Una presión en el pecho y la falta de aire lo expresan por ti. A mí me pasa. La mayoría de veces nadie lo nota y sigo hablando apresuradamente, con una sonrisa, para ver si el miedo se camufla en ella o se evapora al ritmo y a la velocidad que marca mi voz. Pero sigue ahí.
Todo esto me resuena. Me da la impresión de que a veces camino por la vida y me cruzo con otros ojos con los que mantengo un diálogo silencioso que suena así como:
                “ - ¿Me limpias los miedos?
                - Perdona, yo también estoy sucio. “

No te asustes, escribo para mí y para ti, y para esa otra persona que se esconde detrás de todo o para él, que por alguna razón ha llegado a estas letras; pero no te creas nada, probablemente sea todo mentira…