viernes, 16 de marzo de 2012

¿Jugamos a lo prohibido?


“¿Jugamos a lo prohibido? Empecemos con miradas pueriles, cargadas de inocencia, que se difuminan lentamente dibujando otras pícaras e intensas, que dominan el ambiente, mientras nos delimitamos con las yemas de los dedos, erizándonos cada centímetro de la piel. Miradas que son caricias, sonrisas que son palabras, adentrándonos en una realidad efímera y abstracta, bañados por el deseo, nos perdemos en la gravedad de los sentidos, flotando, emanando una atracción magnética difícil de resistir, fruto de un sueño, mientras el semáforo de la consciencia se alterna entre ámbar y rojo, resistiendo tentaciones, que son pálpitos que debemos evitar, vamos encajando las piezas de un puzzle... menos la última, el límite que decidimos no rozar…”

Es bonito recapitular un antiguo escrito, releerlo, observar como las letras se unen formando palabras y las palabras se entrelazan formando oraciones, oraciones que cobran vida despertando unos recuerdos que, minutos antes, yacían dormidos en el rincón más íntimo de la reminiscencia. Experimentar el conjunto de grafías deslizándose por tu memoria; avanzar en su lectura y ver como cada línea barre hasta el último resto de esos pensamientos, recolectándolos, convirtiéndose estos en sensaciones que buscan su lugar en el pentagrama del recuerdo, y cuando lo encuentran, se proyectan al son de las letras transportándote al instante descrito. Una, dos, tres veces. Rememorar, revivir, renacer, sonreír, volverte a enamorar del pasado, pero esta vez en presente. Columpiarse en cada sensación exprimiendo y saboreando el jugo abstracto, que se desprende de entre las líneas, de la esencia de un recuerdo escrito en papel, pero tatuado en el alma.

Fantasear con la imaginación porque sus horizontes no entienden de límites. Bailar con las letras, sudar tinta, seguir jugando a lo prohibido.

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