martes, 20 de diciembre de 2016

Esos lugares nuestros


Cuando lees una ciudad entre líneas, te encuentras con su historia. Un mismo lugar puede tener tantas lecturas como ojos lo miren, tantos perfumes como manos lo toquen. Cuando paseo entre sus las calles, cerca del mar, por la montaña...pienso en su historia en singular, pero también en sus historias, en plural, en todas esas otras que se escapan de los libros de texto: en sus dueños, en los que las dejaron ir, callándolas, pero siguen viviendo de ellas; en los que las mantienen vivas y las escribieron, pero las esconden en el cajón de su mesita de noche en forma de diario, esperando a que alguien las descubra; en los que se las regalan a desconocidos dispuestos a escucharlas...Imagino los comienzos, las plazas y callejones por los que pasearon, crecieron y maduraron; también en los finales, esos rincones que las disolvieron. No puedo evitarlo, me gusta la historia de las ciudades, la que nos enseñan en los libros, la que nos cuentan en los documentales o en las guías turísticas; pero me fascinan las historias que se esconden tras ella, las que hablan de ti, de mí, de nosotros; las que no nos cuentan los libros, las que nos (trans)forman, porque a todos nos (con)mueve la nuestra.