Érase una vez un reino de faldas cortas, manos largas y
amores con los días contados. Un país codicioso de estereotipos; A las doce,
unas campanadas no anuncian la hora de vuelta, sino la partida hacia la noche.
A los doce, se pierde la inocencia, gentiles cenicientas juegan sus mejores
cartas e inician su pueril partida hacia horizontes perniciosos para tales
primaveras. Ya no se pierden zapatos, se pierde una misma, succionando con cañas
licores, alcoholes de éxtasis efímero, seducidas por deleitosos aromas que
embriagan y difuminan el sentido común, borrando principios, saltando a
finales, quedando desnudas de vergüenza pero vestidas de morbo con la
consciencia anulada y la falda arremangada. Viciosos con palabras engominadas y
repeinadas se relamen con la escena al acecho de su próxima presa. Lagunas de
desenfreno que confluyen al amanecer, donde despiertan, sin ropa, en unos brazos extraños,
que se sirven de su pureza, poseedores del fruto del jardín prohibido al que los
deseos instintivos de un semáforo falto de lucidez han cedido el paso. Varitas,
polvos mágicos que rompen el hechizo, y acto seguido, desaparecen.
Nubes de sentimientos se evaporan al despertar colisionando con la
realidad de unas miradas apagadas, inútiles y descoordinadas incapaces de
evadirse a una dimensión que logre conectarlas. Cual marionetas sucumbidas a
vivir mecánicamente, almas dionisíacas programadas por pasiones desalmadas y
ocio sin porvenir. Un reino encantado, donde las pueriles cenicientas barren
los restos de promesas caducadas, friegan las manchas de esperanzas desangradas
y perfuman los restos de sus corazones descompuestos,
es el precio que pagan por ceder a la primera de cambio, por complacer
instintos y auto engañarse con lisonjas embusteras que unos buenos oradores disfrazan
de especiales. Así es como princesitas de cristal, que se creen de hierro,
oxidan sus corazones tratando de conquistar, en vano, a algún lobo en celo.
Cuentos de hadas desdibujados, deformados en el espejo de
una realidad cegada por las quimeras de la modernidad, donde la rebeldía de
unas almas ingenuas e inexpertas pretende rescribir los clásicos, ignorando que
sin la magia del misterio se pierde el encanto.
Aquest m'encanta i tots els altres no es queden curts! M'agrada molt com escrius!
ResponderEliminar:) moltíssimes gràcies !! Me n'alegro d'escoltar-ho !
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