sábado, 6 de enero de 2018

La voz de las burbujas


  
Recuerdo cuando fuimos al parque aquella mañana soleada de Diciembre y decidimos hacer pompas de jabón. Me imaginé que cada burbuja incipiente eran todas esas personas que aparecieron en mi vida en algún punto del camino, y su trayectoria, las historias vividas. Todas salían de mí cuando, muy cuidadosamente, entreabría mis labios y dejaba emanar de ellos un sutil soplo de aire, para darle impulso a esa historia que inmediatamente acontecía ante mí. Algunas se estropeaban en cuanto nacían, otras nunca llegaban a nacer y otras crecían y volaban lejos hasta perderse entre las ramas de algún árbol lejano que las sostenía hasta que se desvanecían en una explosión de otros tactos superpuestos. De vez en cuando, algunas nacían paralelas, o se juntaban posteriormente para morir juntas. En realidad no morían, simplemente se transformaban y pasaban a ser parte de la existencia que nos sostiene a todos.

De vez en cuando sentía el deseo de abrazarlas fuerte, puede que sintiera la necesidad de apegarme un rato y perderme en ellas sin pensar en nada más. Pero luego recordaba lo que eran: lindas y delicadas burbujas de colores a las que no podía aferrarme, pues de hacerlo explotarían y se perdería antes de tiempo la belleza que tanto admiraba contemplar. Las veía seguir su curso, acariciándolas con la mirada.
No te contaba mis pensamientos en ese momento; tú escribías en la mesa delante de mí mientras nos deleitábamos con una taza de chocolate caliente demasiado espeso que suavizamos con un poquito de leche. Más tarde, te pusiste a mi lado y empezamos a soplar juntas; cada una creaba las suyas, sus historias, y volaban lejos. Alguien nos pidió si podíamos soplar historias para él y nosotras le regalamos unas cuantas que quiso capturar con ese ojo que todo lo ve y todo lo guarda. Era tan lindo observar como algunas se daban la mano y paseaban juntas por las nubes. Pensé que eso era el amor: soltar sin miedo y observar la belleza que se crea sola y sin límites.

Nosotras también éramos ese proyecto de burbuja que en algún momento del futuro soplaríamos desde algún lugar para tener nuestro momento en la vida. Creamos tanto… Veía todas esas burbujas integrándose en el ambiente, bailando entre ellas, tocándose, perdiéndose y encontrándose. Pensé que era un precioso regalo que estuviéramos compartiendo ese momento y me pareció tan lindo que pensé que algún día lo escribiría.


Seguro que nuestra burbuja será grande, brillará de mil colores y volará alto y lejos, hasta renacer en algún mar lejano en el que podrá bañarse y expandirse para que otros sientan su luz.