Me atrevo a decir que los miedos
son el nuevo tabú de nuestro siglo. Hablo de los MIEDOS en mayúsculas, no de
esos otros miedos superficiales, de los que se habla, como pueden ser el miedo
a la oscuridad, a las películas de terror, a viajar en avión, o a viajar, a
secas, a hablar en público o a enamorarse, por poner algunos ejemplos. Eso es
solo la punta del iceberg, que se aleja mucho de sus raíces.
Nos buscamos, o no, pero nos
acabamos encontrando; en los espejos que nos reflejan, esos que nos permiten
mirarnos a los ojos, aunque no veamos nada, porque nos han enseñado a mirarnos
desde el lugar equivocado para que perdamos los detalles. Nos pasa eso de mirar
a través de una ventana que conduce a un paisaje maravilloso y quedarse solo
con la mancha que hay en el cristal. Cuestión de perspectiva, o de intereses;
¿quién sabe?
A fin de cuentas, cada cual ve el
mundo en base a cómo es y a su alimentación, y no hablo del acto de ingerir
comida; y su discurso está graduado, como la vista, puede servirte o desvirtuar
tu realidad, y a nadie le gusta eso. El camino solo podemos marcarlo nosotros
desde nuestros pasos, mediante nuestros ojos, desde esa soledad tan bonita que
tanto nos cuesta abrazar porque en el fondo nos aterra.
A menudo, siento que llegados a
un punto, si piensas demasiado e intentas reinventarte, puede que se te desborden los miedos y nadie pueda
sostenértelos, que les queden grandes, ¿y entonces qué? ¿Qué hacer cuando otros
ojos tampoco pueden sostenértelos? Ya puedes buscar en google, que no encontrarás
una receta universal para esos MIEDOS. A veces pesa, sientes que te ahoga. Una
presión en el pecho y la falta de aire lo expresan por ti. A mí me pasa. La
mayoría de veces nadie lo nota y sigo hablando apresuradamente, con una sonrisa,
para ver si el miedo se camufla en ella o se evapora al ritmo y a la velocidad
que marca mi voz. Pero sigue ahí.
Todo esto me resuena. Me da la
impresión de que a veces camino por la vida y me cruzo con otros ojos con los
que mantengo un diálogo silencioso que suena así como:
“
- ¿Me limpias los miedos?
- Perdona, yo también estoy
sucio. “
No te asustes, escribo para mí y
para ti, y para esa otra persona que se esconde detrás de todo o para él, que
por alguna razón ha llegado a estas letras; pero no te creas nada,
probablemente sea todo mentira…
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