Franqueza de porcelana,
desperdigada en la arena, corrompida, arrastrada, atizada por las olas. Ecos de
nombres resuenan en las entrañas de un mar portador de memorias pretéritas.
Voces marítimas que comunican, desprenden, recuerdan, provocan. Ojos que sangran lágrimas azucaradas, fruto de
una música anímica y silenciosa que no entiende de palabras, que es sorda a
oídos ajenos y que ensordece a los propios, que únicamente despierta el alma de
los ojos que la hacen suya, singular melodía de júbilos y lamentos. Segundos gastados,
expirados, que nunca fenecen porque el mar los arropa y captura, los fotografía
y recuerda. Memorias paquidérmicas de utópico olvido e imposible perdón; dueñas
de secretos inconfesables y cómplices de malas consciencias. Remordimientos de
hierro que oxidan la mente; perdones epistolares, con destino incierto, que
nunca verán la luz; culpabilidades anónimas ocultas entre letras. Momentos que persiguen, desgastan, supuran,
ahogan. Lugares deshabitados que atormentan y oprimen por su esencia; recuerdos
insípidos que hieren, heridas que inmolan. Amnesias fingidas por sobrias
razones. Resaca de hechos. Instantes de fuego que no pueden ser quemados y
arden en el alma. Rostros, en apariencia hieráticos, que tratan de ocultar cuanto
esconden dentro. Flashbacks que desangran, silenciosamente, tratando de
cicatrizar.
Ojos cegados,
que no ciegos; verdades ocultas, que no ficticias; sucesos borrosos, que no
borrados.
Me gusta, sobre todo lo del final.
ResponderEliminarEso si que es desnudar palabras. He quedado anonadado ante tal profusión de imágenes. Muy bello y muy poético, un verdadero placer el pasarme por aquí...
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando!! Da gusto leer este tipo de cosas, me alegra que te haya gustado. Un saludo :)
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