jueves, 30 de agosto de 2012

Almas penitentes


  Franqueza de porcelana, desperdigada en la arena, corrompida, arrastrada, atizada por las olas. Ecos de nombres resuenan en las entrañas de un mar portador de memorias pretéritas. Voces marítimas que comunican, desprenden, recuerdan, provocan.  Ojos que sangran lágrimas azucaradas, fruto de una música anímica y silenciosa que no entiende de palabras, que es sorda a oídos ajenos y que ensordece a los propios, que únicamente despierta el alma de los ojos que la hacen suya, singular melodía de júbilos y lamentos. Segundos gastados, expirados, que nunca fenecen porque el mar los arropa y captura, los fotografía y recuerda. Memorias paquidérmicas de utópico olvido e imposible perdón; dueñas de secretos inconfesables y cómplices de malas consciencias. Remordimientos de hierro que oxidan la mente; perdones epistolares, con destino incierto, que nunca verán la luz; culpabilidades anónimas ocultas entre letras.  Momentos que persiguen, desgastan, supuran, ahogan. Lugares deshabitados que atormentan y oprimen por su esencia; recuerdos insípidos que hieren, heridas que inmolan. Amnesias fingidas por sobrias razones. Resaca de hechos. Instantes de fuego que no pueden ser quemados y arden en el alma. Rostros, en apariencia hieráticos, que tratan de ocultar cuanto esconden dentro. Flashbacks que desangran, silenciosamente, tratando de cicatrizar.

Ojos cegados, que no ciegos; verdades ocultas, que no ficticias; sucesos borrosos, que no borrados.

domingo, 5 de agosto de 2012

Verdades Mudas


Cada noche la observaba, a seis centímetros de sus labios, a años luz de sus besos. Un trozo de papel capturaba su imagen, haciéndola eterna. Desde hacía ya mucho tiempo, le leía la misma carta interiorizada.

"Ahora que lo pienso, olvidé mi alegría en la habitación de tu silencio. Traté de buscarla, la hallé tumbada bajo la cama, pues la oscuridad de tus palabras se negó a ofrecerle un sitio mejor. Quise deleitarte con un manjar especial, poniendo todo mi empeño en cocinar algún sentimiento capaz de enternecerte; los ingredientes eran escasos, pero siempre había escuchado que quien no arriesga no gana, y decidí arriesgar por ti. A la espera de lo imposible, o mejor dicho, de lo improbable, la ilusión decaía y terminó por arder entre los amenazantes fogones. Quilos de ilusiones carbonizadas y de sentimientos que no llegaron a su destino me obligaron a ofrecerte tan sólo una pizca de ellos, esparcida entre corazas de cartón y una indiferencia de hierro que se oxidaba a cada instante que el reloj biológico me alejaba de ti; me mantenía a la espera de un oasis de palabras en el desierto de tu silencio. Entretanto, un polvo de incertidumbre se mezclaba con el aire esparciéndose por mi cuerpo, erosionando iniciativas, sueños y deseos que alguna parte de mi mente decidió tejer antaño, cuando una fuerza magnética me obligaba a recrearte en los lugares más inhóspitos de la imaginación, en los rincones más recónditos de mis sueños. Deseos de papel navegaban desintegrándose en el fluir de unas lágrimas amargas, fruto de planear nuevas conquistas en territorio equivocado. Y mientras la cobardía me tentaba, sucumbía a ella. No sin antes atragantarme con las fichas del doloroso juego al que jugamos. Fue entonces, cuando tu indiferencia sepultó las semillas de mi esperanza, que ya no fui capaz de florecer por ti. No está bien jugar a cartas con los sentimientos, y menos tú, que siempre escondes el as bajo la manga."

Cada noche, sigilosamente, retomaba su lucha interna.
Y así es como sembrando y recolectando monólogos interiores, vivimos callando y morimos callados.