Los
años habían despejado su frente, arrugado su piel, y las horas venideras le
mordían sutilmente el alma. El miedo apagaba sus sueños de noche, aunque de día
trataba de maquillar la desdicha. Su espíritu era una noche de Diciembre
solitaria, su alegría una flor que moría de sed.
Anduvo
a la sombra de la muerte, desafiando al vivir y temiendo lo vivido. Cuando andaba
solo la oscuridad de sus pasos solía entorpecer su camino. Jamás tendió su mano
al azar, por ello, el azar jamás le tuvo en cuenta. Vivía en un mundo de
quimeras utópicas que se perdían en un plano de perspectivas cerradas. Su humor,
gélido y onírico, le impedía disfrutar de esa realidad ficticia que disfrazaban
ojos ajenos. Cerrando puertas a lo desconocido y encarcelado en el conocer,
sufría en la prisión del infierno de humo a la que le había sometido su juicio.
El desagrado cubría su rostro y sus líneas le descubrían el alma. Los espejos
de sus ojos reflejaban insaciables instantes retrospectivos que renegaban de
haber sido y se escondían entre humo y mordaza,
fustigándose en la herida del ayer, sin intención de perfumar de olvido el
mañana. Por ello, muchos de sus camaradas, que decían estar curados de culpa y
anestesiados de espanto, evitaban su mirada. Quizás, porque en ella se hallaba
capturada al pormenor la macabra verdad, el oscuro pasado, y temían que el
recuerdo pudiera desangrarles el alma.
En
cambio, él moría, por recordar despacio en un mundo que parecía olvidar deprisa.
Una noche quiso liberarse y decidió morir, para detener el pesar de los años,
que engrandecía la culpa, para aniquilar la maldad y el engaño en el que había
hundido su vida. Nunca logró vivir en
paz, incluso el adiós, el aire de su último aliento se mezclaba con el eco
insistente de los gritos, de los disparos, de la muerte...
La culpa es un fantasma mortal. Los que la arrastran durante años lo saben, se convierte en su peor enemigo. Supongo que eso es lo que le pasó al protagonista de tu relato...un muerto en vida hasta que le llegó la muerte.
ResponderEliminarUn saludo.
Exacto Oscar!! De hecho, este relato lo escribí inspirándome en un soldado de guerra.
ResponderEliminarSaludos :)