Eres el cristal que las separa,
las dos caras,
que se miran,
y a través del espejo,
una me besa el reflejo
y la otra me hace sufrir.
Eres la sonrisa a medianoche,
el equipaje en el coche,
las maletas que se llenan
con recuerdos que deambulan
sin lugar al que partir.
Eres la mirada descarada,
la serpiente y la manzana,
el veneno de mis miedos
cuando te veo venir.
Eres dulce melodía
y recuerdo encadenado;
ese sutil espejismo
que se apodera de mí.